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#5

La exageración del gesto

Grita por Samuel Olivares

 

 

La crudeza y la violencia son los ejes centrales de “Grita” opera prima de Marcelo Leonart y Paulo Avilés, un relato intricado y sumamente forzado que trata de dar cuenta de un pasado de nuestro país que resulta tan nefasto en su puesta en escena que termina siendo inverosímil. Abordar historias sobre el pasado histórico de una nación es por donde se lo mire un ejercicio que debe contar con cierto grado de realismo – por realismo me refiero a una estética cinematográfica que ha sido depurada por años que cuenta con ciertos elementos reconocibles en su conformación- en donde lo único que se pide es que al menos nos muestren veracidad o al menos verosimilitud de dicho pasado además de un dejo de la imperfección de la realidad.

 

Lamentablemente Grita es el mejor ejemplo de que una obra de teatro (debido a que el origen del filme se remonta a las tablas) no puede pasar a ser una película sin antes, la primera se modifique en relación a la segunda. Debido a que el teatro se forja a través del texto y el cine a través de la imagen pudiendo convivir juntas en su justa dosificación al menos si lo que se desea es serle fiel a la primera. La cinta también es un ejemplo clarificador de que un buen actor de teatro no es necesariamente un buen actor de cine, dado que las herramientas que necesita cada uno para hacer un buen trabajo son tan diversas, que lo que en teatro puede resultar bien en cine puede parecer un error o una llanamente una mala actuación.

 

Las interpretaciones de los actores en el filme son tan paupérrimas que no soportan la cercanía de la cámara ni siquiera en un plano americano, su gestualidad, corporalidad y vocalización son tan exageradas (tan propias del teatro) que terminan distanciándote por completo de la atmósfera oscura y cruda que intenta proponer el filme. La responsabilidad de lo anterior es del director (en este caso los directores), ya que, es él quien articula la puesta en escena y es aquí donde se conjugan una serie de elementos que son los que definirán a la película. Es en este acto donde los personajes pasan a ser personas o simplemente se quedan en personajes, en donde el texto sigue siendo discurso o pasa a ser diálogo, lamentablemente en Grita todo se queda a medio camino sin lograr fraguar sus aspiraciones.

 

Por otro lado también está la configuración de un relato tan intrincado en sus diálogos y acciones que levanta sospecha a cada momento, la sagacidad con que cada personaje responde en las conversaciones y la perspicacia de sus argumentos no nos dan respiro en ningún momento, es decir, el texto cobra una importancia tal que en su ir y venir que no hay espacio para nada más que las palabras (no hay ni una sola escena sin diálogo), la imagen queda totalmente relegada a lo descriptivo, al registro solamente. Tal vez la puesta en escena de la película fue planteada como teatral, pero si fuese así aún hay un montón de falencias que hacen que dicho intento naufrague y que en los espacios de tensión se produzcan risas en vez de escalofríos.

 

Como aprendizaje nos queda que para contar una buena historia que posea interpretaciones correctas no siempre es necesario un texto tan rigurosamente acabado en donde nos veamos enfrentados a personajes y no humanidades que son finalmente las que hacen que las películas cobren otra dimensión.

 

 

 

 

Un pensamiento en “Grita

  1. estoy completamente de acuerdo con esta crítica de GRITA , teatro filmado sin ningún vuelo.
    muy mala elección para representar a Chile en la competencia Latinoamericana de SANFIC.

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